jueves, 5 de mayo de 2011

Rasgos adaptados a condiciones extremas

Desde los inicios de la evolución, los distintos organismos han tenido que adaptarse a los cambios medioambientales, teniendo así que modificar sus órganos y permanecer en armonía con los cambios que experimenta el hábitat en el que se van desarrollando. Estos cambios pueden observarse en muchas especies, pero tomaremos como ejemplo el pingüino emperador, que ha sufrido muchos cambios con tal de adaptarse a las bajas temperaturas en la que se desenvuelve. Estos cambios se observan en su capacidad homeotérmica, es decir, su condición de mantener una temperatura promedio estable en su cuerpo independiente de cuán frío se encuentre el ambiente. Esta particularidad depende a su vez de las características adaptativas, tales como la gruesa capa de grasa que posee bajo la piel, la densa concentración de plumas, la impresionante capacidad de recapturación del calor perdido durante la exhalación y el sistema contracorriente que posee, y le permite traspasar el calor desde las arterias a las venas.



Las adaptaciones a las fluctuaciones medioambientales le proporcionan a la especie su supervivencia, por lo que creo y establezco que sin esta capacidad, los organismos no estarían hoy en día presentes, incluyéndonos. Además, es gracias a este factor que nosotros hemos podido habitar terrenos con una amplia gama de variedad climática, adaptando nuestro cuerpo para ello y perfeccionándolo para nuestras necesidades esenciales.

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